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vanessabelmonte90

El círculo vicioso de la ansiedad

Este fenómeno se da en muchísimas personas. Es más habitual de lo que pensamos y, en ciertas ocasiones, puede incluso ser algo funcional. No obstante, los problemas los detectamos cuando la frecuencia, intensidad y duración de este círculo aumentan y se convierte en el centro de nuestra vida. No solo condicionándola sino limitándola.


Todo comienza por un detonante y ese detonante es una SITUACIÓN. Una situación que la percibimos como amenazante, como peligrosa. El cerebro nos informa que algo pasa con esta situación. La evaluamos de esta manera debido a nuestra mochila experiencial, a nuestros juicios y prejuicios sobre ella y nosotros mismos. La evaluamos así por sesgos y distorsiones. El peligro está ahí fuera. A veces no hace falta ni que se dé esa situación, simplemente con imaginarla el cerebro tiene suficiente para poner en marcha este círculo.


¿Qué le ocurre a mi cuerpo y mi cerebro cuando consciente o inconscientemente detecto una situación así? Que se activa el sistema nervioso simpático. ¿Y eso qué es Vanessa?


Nuestro Sistema Nervioso se divide en dos:


  1. Sistema Nervioso central

  2. Sistema Nervioso periférico. Este se subdivide a la vez en dos sistemas: el Sistema Nerviosos Parasimpático (encargado de movimiento de vísceras entre otras tareas) y el Sistema Nervioso Simpático (encargado de dar respuestas ante estrés, huir, entre otras tareas).

Pues bien, como podréis deducir, si el cerebro interpreta que estamos ante una situación peligrosa, es el Sistema Nervioso Simpático el que acude a tu llamada, porque nos dará una respuesta urgente ante algo de lo que tenemos que huir o evitar.


Se pondrán en marcha mecanismos como por ejemplo, conductas de escape o evitación con tal de no enfrentarse a tal situación/evento.


Esto, parece ser que es casi un "error" de procesamiento. La situación no es un peligro inminente, no es un tigre a punto de atacarnos. Solo es una situación en la que unida con nuestras experiencias, traumas, etc. la interpretamos erróneamente como peligrosa.


Podemos llegar incluso a somatizar. Es decir, manifestar síntomas físicos: sequedad de la boca, dolores de cabeza como migrañas, síntomas digestivos, inapetencia, taquicardias, etc.


Unido a estos síntomas, se da un fenómeno curioso: la asociación y el refuerzo. El cerebro interpreta que si me enfrento a esa situación, lo pasaré mal, no solo psicológicamente sino físicamente. ¿Qué hace? Evitarla. Porque evitándola no sufre nada de eso. Si la evito los niveles de ansiedad bajan, aunque siempre quede algo por ahí rondando, pero nada en comparación a si nos enfrentamos. Parece incluso que nos vaya a dar un ataque al corazón.


Así, se completa el círculo vicioso. La próxima vez que surja esa situación o una similar o nos la imaginemos, incluso, se pondrán en marcha estas asociaciones aprendidas.


¿Y cómo lo resuelvo Vanessa?


Todo depende de la persona y la situación vivida. Depende incluso de nuestra mochila personal, pero lo más común es atajar el problema de raíz: enfrentándose a la situación. No obstante, no somos solo cognición y conducta. Así que habrá que hacer un trabajo de fondo también para evaluar qué nos ocurre, qué emociones sentimos con esos eventos particulares, nuestros deseos, etc.


Lo más importante es que entiendas por qué se dan muchas de las reacciones que tenemos ante situaciones y de las cuales no puedes extraer una explicaci´no de por qué te comportas o te sientes así.



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